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          Proteger la alimentación y la agricultura durante emergencias nucleares y radiológicas

          En un centro de inspección del Japón, se examinan sacos de arroz para detectar la presencia de cesio radiactivo, una medida de precaución adicional encaminada a garantizar la inocuidad de este alimento básico para el país. (Fotografía: G. Dercon/OIEA)

          En una emergencia nuclear o radiológica, la confianza en la inocuidad del suministro de alimentos es primordial. 

          “Aunque sean sucesos de baja probabilidad, las emergencias nucleares pueden tener repercusiones de gran alcance, por lo que es importante estar preparados y contar con un plan de respuesta en caso de que ocurran”, asegura Dongxin Feng, Directora del Centro Conjunto FAO/OIEA de Técnicas Nucleares en la Alimentación y la Agricultura.

          No todos los incidentes nucleares o radiológicos producen una emisión de material radiactivo al medio ambiente. Pero cuando ello sucede, los radionucleidos pueden ser transportados por el viento y el agua, dispersarse por el suelo y los sedimentos, y acabar contaminando alimentos o bebidas que pueden exponer a las personas a la radiactividad.

          “Inmediatamente después de una emergencia nuclear o radiológica, el suelo, los cultivos, los piensos e incluso los alimentos expuestos al aire libre podrían quedar cubiertos de radionucleidos —explica Gerd Dercon, Jefe del Laboratorio de Gestión de Suelos y Aguas y Nutrición de los Cultivos del Centro Conjunto FAO/OIEA—. En cuestión de días, estos radionucleidos comienzan a dispersarse por el suelo y los sedimentos, donde son absorbidos por cultivos que luego pueden ingerir las personas o el ganado”. Si no se gestiona rápidamente, esta contaminación puede afectar a los cultivos y al ganado durante a?os.

          Recomendaciones para el público

          Durante una emergencia, es de suma prioridad advertir a la población de cualquier posible amenaza para el suministro de alimentos. A la hora de emitir recomendaciones preventivas, las autoridades nacionales recurren a las normas internacionales como fuente de orientación. Las normas de seguridad del OIEA sobre preparación y respuesta para casos de emergencia recogen los niveles de intervención para distintos radionucleidos presentes en los alimentos. Estos niveles son fundamentales para determinar si es necesario adoptar medidas protectoras. Como algunos radionucleidos se producen de manera natural, el OIEA también ha establecido normas generales para ayudar a gestionar la presencia de radionucleidos en situaciones cotidianas que no son de emergencia.

          Entretanto, las normas internacionales de la Comisión Mixta FAO/OMS del Codex Alimentarius contienen directrices relativas al comercio de alimentos tras una emergencia nuclear.

          Además, desde el accidente de 2011 en la central nuclear de Fukushima Daiichi en el Japón, se han desplegado amplios esfuerzos para sensibilizar a los responsables de la toma de decisiones y al público sobre los niveles de radiactividad de fondo en los alimentos, como los observados en algunos alimentos de origen marino por la presencia de radionucleidos naturales, para poner en perspectiva los niveles de riesgo.

          Evaluación de los niveles de contaminación

          Cuando se produce un incidente nuclear o radiológico, deben realizarse rápidamente muestreos y mediciones para delimitar las zonas afectadas, que pueden quedar sujetas a restricciones con el fin de evitar que los productos agrícolas contaminados lleguen al suministro de alimentos.

          Los radionucleidos pueden permanecer en el suelo durante mucho tiempo y ser absorbidos por los productos agrícolas. Aunque en el suelo haya cantidades peque?as de radionucleidos, esas cantidades se pueden ir acumulando con el paso del tiempo e ingresar en la cadena alimentaria, razón por la cual los niveles de seguridad se establecen en valores bajos. Además, dependiendo de las condiciones meteorológicas y la topografía, puede ser necesario imponer restricciones en zonas de producción de alimentos alejadas del lugar del accidente. Por ejemplo, los radionucleidos presentes en el aire pueden depositarse en la tierra a través de precipitaciones localizadas y concentrarse en las zonas donde caen, mientras que en algunos lugares la canalización del viento en un valle puede hacer que su concentración sea mayor.

          A través del Centro Conjunto FAO/OIEA, el OIEA se dedica a establecer sistemasprotocolos para evaluar la contaminación radiactiva en la agricultura y mitigar sus consecuencias. Estos instrumentos pueden utilizarse para las actividades rutinarias de vigilancia en condiciones normales, pero en situaciones de emergencia son fundamentales para ayudar a decidir rápidamente si se requieren restricciones alimentarias y, si es así, dónde.

          El Sistema de Apoyo a la Toma de Decisiones durante Emergencias Nucleares con Consecuencias para la Alimentación y la Agricultura, un sistema electrónico personalizado coordinado por el Centro Conjunto FAO/OIEA, puede ayudar a los países en la monitorización agroalimentaria. “Este sistema proporciona un marco crucial para gestionar y abordar las complejidades de las emergencias nucleares que tienen consecuencias para la alimentación y la agricultura —se?ala Franck Albinet, consultor de ciencia de datos que trabajó en el desarrollo del sistema—. Ayuda a recopilar y gestionar datos y a visualizarlos en forma de mapas que pueden ayudar a las autoridades nacionales a determinar dónde están afectados los alimentos”.

          Medidas de mitigación

          Las medidas de mitigación tienen por objeto reducir la acumulación de radiactividad en entornos agrícolas después de un incidente.

          Según el tipo de radionucleido, las medidas de mitigación pueden incluir la retirada de la capa superficial del suelo contaminado; el labrado profundo para enterrar los contaminantes debajo de la zona de raíces; la aplicación de enmiendas del suelo (por ejemplo, fertilizante potásico para reducir la absorción de cesio radiactivo en los cultivos); la adición de aglutinantes a los piensos para reducir la absorción de contaminantes y la transferencia de estos contaminantes a la leche o la carne, o el cambio del uso de la tierra para pasar de la producción de cultivos alimentarios a la producción de cultivos industriales o energéticos (por ejemplo, para textiles, bioplásticos o biocombustibles). 

          Documentación e intercambio de experiencias

          A partir de las ense?anzas extraídas de los accidentes nucleares de Fukushima y Chornóbil, el OIEA recopiló estrategias y prácticas clave para la gestión de la alimentación y la agricultura tras un incidente. También coordinó actividades internacionales de investigación con el fin de determinar opciones prácticas para desacelerar o detener la transferencia de radionucleidos desde suelos contaminados y, de ser posible, dar marcha atrás a este proceso y elaboró directrices sobre la radiactividad en los alimentos en situaciones cotidianas que no son de emergencia.

          La Red de Laboratorios de Diagnóstico Veterinario (Red VETLAB) ofrece a profesionales de la veterinaria un medio para intercambiar conocimientos y experiencias. “Tras el accidente nuclear de 2011 en el Japón, la Red VETLAB coordinó esfuerzos para ayudar a los servicios veterinarios del mundo entero a comprender mejor su papel en la labor de preparación, respuesta y recuperación en casos de emergencia”, expresa Ivancho Naletoski, especialista en sanidad animal del Centro Conjunto FAO/OIEA. Las ense?anzas extraídas de esta experiencia se recopilaron en un libro publicado en 2021.

          El OIEA forma parte del marco internacional de respuesta a emergencias nucleares o radiológicas reales, potenciales o consideradas reales establecido en el Plan Conjunto de las Organizaciones Internacionales para la Gestión de Emergencias Radiológicas. “Por conducto del Centro Conjunto FAO/OIEA, el OIEA ayuda a los países a mejorar su grado de preparación y capacidad de respuesta, coordinando investigaciones y poniendo en marcha iniciativas de creación de capacidad que les permitan proteger la alimentación y la agricultura en el improbable caso de que se produzca una emergencia”, declara la Sra. Feng.

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