Uzbekistán lleva a?os luchando contra una carga del cáncer cada vez mayor. La enfermedad causó la muerte de más de 20 000 personas en 2020 y se prevé que esta cifra prácticamente se duplique de aquí a 2040, según el Observatorio Mundial del Cáncer del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer. Sin embargo, esto podría cambiar pronto gracias al apoyo del OIEA y sus asociados.
En el marco del acuerdo de asociación entre el OIEA y el Banco Islámico de Desarrollo (BIsD), el OIEA ayudó al Gobierno de Uzbekistán a elaborar un documento financiable, es decir, un estudio de viabilidad detallado que se utilizó para obtener 80 millones de dólares estadounidenses de financiamiento del BIsD en condiciones favorables. Con ese dinero se prestará apoyo a las iniciativas del Gobierno destinadas a mejorar el acceso a los servicios oncológicos en todo el país, así como la calidad de estos.
En el último decenio, la comunidad internacional ha respaldado políticas encaminadas a hacer frente a la creciente carga del cáncer, por ejemplo, mediante la adopción de una resolución sobre la prevención y el control del cáncer aprobada en la Asamblea Mundial de la Salud de 2017, la Estrategia Mundial para Acelerar la Eliminación del Cáncer de Cuello Uterino como Problema de Salud Pública y la Iniciativa Mundial contra el Cáncer Infantil. No obstante, estas estrategias no han recibido aún la financiación para su puesta en práctica que se esperaba en un principio para combatir con éxito la creciente carga que representan las enfermedades no transmisibles.
A escala mundial, el conjunto de las enfermedades no transmisibles, incluido el cáncer, representaron solo el 2 % de la ayuda al desarrollo asignada a la salud entre 2000 y 2018, según el Instituto de Sanimetría y Evaluación Sanitaria de la Universidad de Washington, lo que significa que el cáncer recibe una parte insignificante de la financiación, que a menudo se destina a los programas de prevención y detección debido a su eficacia en relación con los costos. En consecuencia, los fondos destinados al diagnóstico y el tratamiento se sitúan muy por debajo de las necesidades y, actualmente, 23 países carecen aún por completo de instalaciones de radioterapia. La pandemia de COVID-19 ha agravado aún más este problema debido a que los donantes están orientando sus esfuerzos y recursos hacia la respuesta a la pandemia, y al mismo tiempo esta también ha afectado negativamente a otros servicios sanitarios en todo el mundo, entre ellos la atención oncológica.
“Por esa razón las instituciones financieras internacionales, como el BIsD, son una fuente de financiación vital para los países en desarrollo, y su apoyo nunca ha sido tan crucial”, dice Cindy Kremer, Jefa de la Sección de Movilización de Recursos del Programa de Acción para la Terapia contra el Cáncer del OIEA. “Esto es así en particular en el caso de la atención oncológica y la provisión de equipo e infraestructura esenciales, como los búnkeres donde se encuentra la maquinaria de radioterapia”.
La Sra. Kremer afirma que una financiación cuantiosa para este tipo de inversiones rara vez procede de subvenciones, por lo que el OIEA está colaborando estrechamente con el BIsD en la financiación para países en desarrollo mediante una estructura de financiación mixta con múltiples partes interesadas en la que participe el sector privado.
Sin embargo, el trabajo no se acaba ahí. Para hacer frente a la creciente necesidad de fondos y maximizar el impacto de la nueva iniciativa Rayos de Esperanza (véase este artículo), el OIEA está adoptando medidas para desarrollar modalidades de colaboración similares con otras instituciones financieras, así como para ampliar las alianzas existentes y establecer otras nuevas con el sector privado y organizaciones filantrópicas, a?ade la Sra. Kremer.