Los primeros yacimientos de uranio en áfrica se descubrieron en 1915 en la aldea de Shinkolobwe, situada en el sur de la actual República Democrática del Congo. Aproximadamente cuatro decenios después, en 1958, comenzaría la historia de la ciencia y la tecnología nucleares de áfrica, con la primera criticidad del reactor de investigación TRICO I de la República Democrática del Congo, el primer reactor de ese tipo construido en la región, en la Universidad de Kinshasa. Egipto y Sudáfrica siguieron el ejemplo de la República Democrática del Congo poco después, con la puesta en servicio de reactores en 1958 y 1965, respectivamente. Desde entonces, los reactores de investigación han desempe?ado un papel fundamental en el desarrollo socioeconómico del continente.
En la actualidad áfrica cuenta con 11 reactores de investigación en ocho países: Argelia, Egipto, Ghana, Libia, Marruecos, Nigeria, República Democrática del Congo y Sudáfrica. Estas instalaciones tienen una potencia térmica de hasta 22 megavatios y se utilizan de forma sistemática para numerosas aplicaciones, entre otras cosas para apoyar la gestión sostenible de la tierra entre agricultores africanos, producir radioisótopos que se emplean en tratamientos oncológicos que salvan vidas y en el sondeo de la integridad estructural de edificios y equipo industrial, y detectar fuentes de contaminación atmosférica industrial.
Aunque unos diez países africanos se están planteando la generación de energía nucleoeléctrica, muchos otros estudian el despliegue de reactores de investigación como un trampolín hacia futuros programas de energía, dado que posibilitará acumular un contingente de personal formado con capacidades pertinentes.
Algunos países que no tienen reactores de investigación —entre los que figuran Etiopía, Kenya, el Níger, la República Unida de Tanzanía, Rwanda, el Senegal, Uganda y Zambia— están estudiando la posibilidad de construir instalaciones de reactores de investigación, o están planeando construirlas, y ya han centrado su atención en aplicaciones y productos o servicios específicos para la ejecución.