En 2005, tras un aluvión de brotes de peste porcina africana en la República Democrática del Congo, Gerrit Viljoen, que trabajaba para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el OIEA, visitó una granja porcina a las afueras de Kinshasa. Su objetivo era capacitar a científicos locales en técnicas de muestreo de enfermedades y prepararlos para hacer frente a posibles brotes. Todavía está perturbado por lo que vio.
En el transcurso de tres días dramáticos, el agente patógeno porcino sumamente contagioso que causa la enfermedad arrasó con toda la granja, cobrándose la vida de los 5000 cerdos que la integraban. Ese brote y sus devastadores efectos en los medios de subsistencia fueron trágicos, pero afortunadamente la peste porcina africana solo afecta a los cerdos y no se contagia a los seres humanos. Sin embargo, no todas las enfermedades animales son así. Muchas de las enfermedades infecciosas más contagiosas y letales de la actualidad —7 de cada 10— son de origen animal. Nos referimos a ellas como enfermedades zoonóticas o zoonosis.
Gracias a la capacitación, el equipo, los reactivos químicos y los conocimientos técnicos especializados que el OIEA, en colaboración con la FAO, han facilitado, algunas de las enfermedades más peligrosas y da?inas del mundo, entre ellas la COVID-19, están hoy bajo control. La respuesta del OIEA a la pandemia actual es el elemento más reciente dentro de una serie de esfuerzos destinados a combatir las zoonosis, como el zika, el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), la fiebre del valle del Rift (FVR), la gripe aviar, la brucelosis y el ébola.