Combustibles sintéticos posibles gracias al hidrógeno
Para alcanzar la escala y el ritmo de reducción de las emisiones que se necesitan, junto con el aumento del acceso a la energía y el crecimiento económico de ámbito mundial, los sustitutos de combustibles sin emisión de carbono o neutros en carbono deben alcanzar la paridad con los combustibles fósiles en cuanto a precio y rendimiento.
La producción nuclear de hidrógeno sin emisiones puede presentar costos competitivos en combinación con otros métodos de producción sin emisiones de dióxido de carbono (CO2) y encierra potencial de presentar costos competitivos en combinación con el reformado de metano con vapor del gas natural de bajo costo (Allen y otros, 1986; BloombergNEF 2020; Boardman y otros, 2019; Gogan e Ingersoll 2018; Consejo del Hidrógeno 2020; AIE 2019b; NREL 2019b; M. Ruth y otros, 2017; Yan 2017). Incluso las centrales nucleares convencionales de la Unión Europea y los Estados Unidos que fueron primeras en su género pueden producir hidrógeno limpio a costos equiparables a los de los actuales recursos eólicos y solares si los factores de capacidad son buenos.
La producción a gran escala de hidrógeno limpio de bajo costo podría permitir la descarbonización de la aviación, la navegación, la producción de cemento y la industria, si es competitiva frente al petróleo barato. Estimamos este objetivo de precio en 0,90 dólares/kg.
Las actuales proyecciones para el hidrógeno generado por energías renovables se estiman en tan solo 2 dólares para 2030, cifra que sería aún más baja para 2050. Las reducciones de los precios se ven limitadas por factores de capacidad bajos, aunque prevemos que sigan disminuyendo los costos de capital en concepto de energías renovables.
Las centrales nucleares podrían producir hoy hidrógeno limpio a menos de 2 dólares/kg, y una nueva generación de reactores modulares avanzados podría fijar ese precio en 0,90 dólares/kg para 2030.
Para propiciar un aumento en masa de la producción de hidrógeno limpio, la industria nuclear deberá transformar los modelos de ejecución y despliegue de proyectos para ampliar la producción de calor, combustibles y energía limpios y entregar estos productos. Para ello será preciso dirigir la atención a la reducción de costos, las mejoras en el rendimiento y las tasas de despliegue con la misma intensidad que ha permitido a las energías renovables empezar a transformar el sistema energético mundial.
Una reducción de los costos pronunciada y a corto plazo es viable si se pasa de los proyectos de construcción tradicionales a entornos de fabricación de productividad alta, como astilleros o “gigafábricas de hidrógeno”, que son refinerías de última generación ubicadas en terrenos contaminados, como grandes refinerías costeras de petróleo y gas.
El paso de la construcción tradicional a la fabricación de alta productividad de reactores avanzados reducirá espectacularmente el costo de la producción de hidrógeno limpio y combustibles sintéticos. Los grandes astilleros disponen ya de amplia capacidad de fabricación a efectos de implantar instalaciones de producción de hidrógeno dise?adas con dicho fin.
Las gigafábricas y las centrales nucleares frente a la costa fabricadas en astilleros podrían volver a encaminar al mundo hacia el cumplimiento de los objetivos de 1,5/2 °C del Acuerdo de París. Esta labor de descarbonización en masa puede llevarse a cabo ocupando muy poca tierra, lo cual permitiría reservar grandes extensiones de tierra con fines de restauración de la fauna y la flora silvestres y regeneración de los ecosistemas naturales, a diferencia de la “expansión energética” vinculada con los complejos industriales del tama?o de un país característicos de las energías renovables.
Empleando estos modelos de producción, la transición en tres decenios del actual consumo diario de 100 millones de barriles a un flujo equivalente de combustibles sustitutivos limpios sería posible a un costo muy inferior: en lugar de los 25 billones de dólares necesarios para mantener los flujos de petróleo hasta 2050, los combustibles sustitutivos procedentes de energía limpia costarían 17 billones de dólares. Ello contrasta aún más con los 70 billones de dólares correspondientes a una estrategia basada únicamente en energías renovables.
Mediante estos modelos de producción transformados, la energía nuclear puede descarbonizar la economía a un costo inferior al necesario para mantener los combustibles fósiles. Sin embargo, esta transición no comenzará hasta que los gobiernos y otros agentes adopten medidas urgentes para reducir los costos y acelerar la innovación y el despliegue. La energía nuclear debe incorporarse plenamente en la labor mundial de descarbonización.