Los alimentos aportan al cuerpo humano los nutrientes esenciales para la vida, pero un alimento contaminado por agentes patógenos, incluidos los de origen zoonótico, puede debilitarnos o incluso acabar con nosotros. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de enfermedades debidas a la ingesta de alimentos contaminados por bacterias, virus, parásitos o sustancias químicas supera las 200.
Los laboratorios de inocuidad de los alimentos de todo el mundo son el dique para prevenir y detener la propagación de los agentes que provocan las enfermedades, ya que los consumidores no siempre podemos ver, probar u oler la amenaza de un alimento contaminado. El OIEA, en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ha estado prestando apoyo a laboratorios de todo el mundo para ayudarlos a detectar y monitorizar los contaminantes y los residuos agroquímicos presentes en los alimentos y hacer un seguimiento de esas sustancias.
Hasta la fecha, el apoyo del OIEA para la realización de pruebas sobre inocuidad de los alimentos se ha centrado en la detección y el control de residuos químicos, como los medicamentos veterinarios, los plaguicidas y los contaminantes. Muchos proyectos han incluido ensayos microbiológicos y pruebas de detección de agentes patógenos, componentes que se espera ampliar en el futuro.
“Gracias a los ensayos rutinarios, las actividades de vigilancia y la participación en investigaciones epidemiológicas, los laboratorios de inocuidad de los alimentos pueden detectar si un agente patógeno se ha desviado de una situación normal e identificar agentes patógenos emergentes —declara A. S. M. Saifullah, Oficial Científico Principal del Instituto de Alimentación y Radiobiología (IFRB) de la Comisión de Energía Atómica de Bangladesh—. Los laboratorios de inocuidad de los alimentos pueden ayudar en la preparación para hacer frente a las enfermedades zoonóticas y en la respuesta a estas, también en situaciones de emergencia”.